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La campaña constante de Gore
25/09/2007 - ABC.es

Entre los líderes mundiales ayer congregados en la sede neoyorquina de la ONU para abordar los retos del cambio climático figuraba Al Gore que, pese al fracaso de sus ambiciones presidenciales en Estados Unidos, ha sabido transformarse durante los últimos cinco años en una especie de estrella internacional del ecologismo -no carente de críticos- pero incansable con sus giras internacionales, su permanencia en la listas de libros más vendidos y además con un Oscar y un Emmy.

 

En esta campaña permanente y sin fronteras, antes de participar en la reunión de alto nivel de Naciones Unidas, Gore ha pasado por Australia sin privarse de criticar las políticas medioambientales del primer ministro John Howard y de respaldar públicamente a la oposición laborista. Hasta el punto de calificar a los actuales gobiernos estadounidense y australiano como los «Bonnie & Clyde» del medio ambiente global por no haber ratificado el Protocolo de Kyoto y sus correspondientes limitaciones en emisiones contaminantes vinculadas al efecto invernadero.

 

El mensaje que estos días repite el ex vicepresidente Gore es que el cambio climático ya no es una cuestión científica, política o ideológica sino simplemente de supervivencia. Argumenta que el aumento de población en el mundo combinado con los cambios tecnológicos han logrado convertir a la humanidad en un «elefante dentro de la cacharrería» del medio ambiente global, como queda ilustrado en el acelerado ritmo de deshielo que sufre el Ártico.

 

Tras el éxito multimedia de su película «Una verdad incómoda», Gore acaba de confirmar que se encuentra trabajando en una segunda parte titulada «El sendero para la supervivencia». Un libro cuyo lanzamiento está previsto para el próximo 22 de abril, el Día de la Tierra, y que de acuerdo a su anticipado y grandilocuente «márketing» será «en parte manual científico, en parte denuncia y en parte una llamada con visión de futuro para un nuevo movimiento político en todo el planeta».

 

Junto a la causa ecologista, Gore tampoco ha dejado de cultivar un permanente ajuste de cuentas con la Administración Bush y lo que él considera como interminable historial de abusos de poder. Esta primavera en Estados Unidos, el activista publicó «Asalto a la razón». Un manifiesto escrito con evidente enojo contra los actuales ocupantes de la Casa Blanca y basado en el reproche de haber degradado el ambiente político a través del secretismo, el miedo y el rechazo al razonamiento basado en hechos. Con el agravante de practicar una política exterior unilateralista y haber marginado en la arena doméstica al Congreso y los tribunales.

 

Precisamente, este tipo de planteamientos son los que sirven para alentar las continuas especulaciones sobre una posible vuelta de Al Gore a la política estadounidense, con su correspondiente hueco en las quinielas presidenciales para el 2008 y el morbo de ver si adelgaza, lo que sería interpretado como un indicio positivo de apetito electoral. En diferentes entrevistas, el ex vicepresidente ha indicado que no se siente tentado a entrar en el actual pulso por la Casa Blanca, pero sin llegar a descartar completamente su retorno a la arena política.

 

De no presentarse, se espera que Al Gore respalde a alguno de los candidatos que aspiran a conseguir la nominación presidencial del Partido Demócrata. Pero no necesariamente a Hillary Clinton, la esposa de su antiguo jefe. Diplomáticamente, pero demostrando las tensiones existentes también con Bill Clinton, Gore se ha limitado a indicar que no se siente obligado a respaldar a la senadora por Nueva York y que, por el momento, no quiere hacer distinciones.

 





 



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