La aplicación de la tecnología, como en otros campos del desarrollo humano, conllevaría la liberación del ser humano de las dependencias meteorológicas; es éste un factor básico a considerar para establecer líneas de gestión coherentes con las necesidades reales, e inducir menores impactos ambientales que aseguren el mantenimiento de la calidad de los ecosistemas hídricos.
Por otra parte el modelo de gestión del agua de las últimas décadas basado en el tratamiento reduccionista del agua como recurso natural ilimitado, en la frecuente construcción de infraestructuras inviables y causantes de impactos ambientales, algunos de trascendencia, ha ocasionando importantes tensiones sociales entre territorios, no resolviendo las necesidades actuales de la sociedad. La insostenibilidad de ese modelo se demuestra no sólo por los elevados impactos territoriales y ambientales sino, y sobre todo, por su ineficacia para resolver situaciones graves de déficit de recursos.
Actualmente, las crecientes necesidades de agua y la posible agudización de las sequías -quizás relacionadas con el calentamiento global del planeta- han provocado una honda preocupación en la sociedad y en los gestores públicos, los cuales han observado cómo los modelos hasta ahora desarrollados están agotados, y no dan la respuesta adecuada a todas las necesidades