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GT-13. Incorporación de criterios de ahorro, eficiencia y energías renovables: el caso del transporte.
Miércoles, 29 de Noviembre de 2006

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El transporte y la movilidad son un componente crítico del binomio energía – medio ambiente en España. Supone el consumo de las dos terceras partes de nuestra demanda de petróleo o sus derivados: gasolina, gasóleo y queroseno de aviación. De otro lado es el causante de una cuarta parte de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, de más de 16.000 muertes por la polución del aire y es el causante más importante la contaminación atmosférica urbana.

En España hay factores estructurales que inciden en que el transporte sea un importante consumidor de energía y presente un nivel de eficiencia menor que en el resto de la Unión Europea, que se puede medir a través del parámetro de “intensidad energética”

España depende en un 80% del abastecimiento exterior de energía, un supuesto de restricciones en el suministro de petróleo o derivados, aunque fueran de magnitud reducida, supondría un grave problema en su movilidad y transporte y un colapso económico, tema al cual parecen ser ajenos la sociedad y los poderes públicos.

El uso exclusivo de derivados del petróleo en el transporte debiera modificarse progresivamente hacia un abanico más amplio de tipos de energía, desde gas natural a biocombustibles. No es fácil que ese cambio se produzca sólo por las fuerzas del mercado, entre otras razones por que afecta a un gran número de estaciones de servicio, 10.000 en el territorio español.

El hecho de que el ferrocarril utilice la electricidad de forma eficiente es un factor a tener en cuenta en el esquema energético global, y una razón adicional para desarrollar este medio, aunque suponga inversiones significativas y demanda un cambio de cultura en la movilidad.

Otros cambios tecnológicos en la movilidad basados en el desarrollo y extensión de vehículos de bajo consumo, en primer lugar automóviles de tipo híbrido, y potencialmente de otros con celdas de combustible e hidrógeno como combustible, serán lentos y de resultados poco significativos, al menos en un par de décadas.

Entre los problemas ambientales, el de la contaminación atmosférica urbana camina hacia situaciones más favorables, se reducen progresivamente las emisiones de contaminantes, tanto por mejora de los combustibles, como por mejor estado de los vehículos. Aunque hay que llamar la atención en las emisiones de óxidos de nitrógeno en el transporte, que sigue creciendo, ya supone unas 700.000 t/a de NOx, que afectan a los entornos urbanos y a los espacios circundantes de las autovías.

Pero el gran problema ambiental es el de emisiones de CO2, que siguen creciendo en buena medida a causa del transporte. Hay que asumir que no podemos cumplir el Compromiso de Kioto, ni abanderar otros compromisos posteriores, aunque den prestigio a quienes los proponen, si antes no se hace un cambio significativo en la movilidad.

Se deben de establecer en las zonas donde la contaminación ha pasado los niveles recomendados por la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud, medidas específicas para reducir la contaminación atmosférica generada por la circulación del automóvil que, aunque puedan llegar a ser impopulares, son la única alternativa para reducir los niveles de óxidos de nitrógeno y partículas, tal como está realizando la Región de Bruselas o de una manera incipiente en 23 municipios de la Región Metropolitana de Barcelona

Ambos conceptos: dependencia del petróleo y emisiones crecientes de gases de efecto invernadero, obligan a que nos planteemos en serio la movilidad y el transporte en España, por un lado los ciudadanos, pero sobre todo las Administraciones en conjunto, los Ministerios y Consejerías afectados, ya ha pasado el tiempo de hablar desde posiciones individuales, de un Ministro o de un Consejero.

Desde aquí, un grupo de trabajo en un congreso, no vamos a dar soluciones, sí a exigir que se reflexione sobre el problema y se planteen y desarrollen las más adecuadas, sabiendo que pueden ser impopulares, y que obligarán a los políticos a dar ejemplo con su comportamiento personal.

El incremento de las inversiones en ferrocarriles de todo tipo, la necesidad de planes de movilidad, el establecimiento de impuestos que afecten al movimiento de personas y mercancías, son temas difíciles de gestionar, pero parecen necesarios ya.




 



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