El desarrollo de la participación ciudadana se ha considerado como el aspecto más problemático de todos los implicados en la implantación y desarrollo de las Agendas 21.
Con este objeto y sin perder vista la amplia concepción de las diferentes dimensiones de la participación, se ha pretendido centrar este análisis en el estudio de los espacios necesarios para la participación ciudadana.

Del análisis de toda la información tratada en este grupo de trabajo se concluye que si bien existen numerosos espacios para la participación ciudadana, se echa en falta la existencia de un espacio único que, estando tipificado, permita a los diferentes ciudadanos el acceso y el conocimiento de los espacios existentes. Evidentemente este nuevo espacio no debería pretender la sustitución de otros espacios, sino más bien el fomentar y divulgar las funciones y actuaciones de los ya existentes. Paralelamente, la creación de un espacio con este perfil crearía sinergias entre escenarios ya existentes.

La creación de este nuevo espacio a modo de “ventanilla única” incentivaría la creación de nuevos espacios, siempre y cuando las funciones del mismo no se limiten a la labor de información y facilitar el acceso, sino que se ocupe también en la detección de necesidades de la ciudadanía en materia de participación.

Igualmente, estos espacios también podrían permitir la realización de acciones de vigilancia y denuncia. Esta dimensión permitiría detectar las inquietudes y malestar de la ciudadanía de forma continua en el funcionamiento de la sociedad en la que se desenvuelven.

No obstante lo anterior, son numerosos los retos a los que se enfrenta esta nueva dimensión de espacio. Entre ellos habría que resaltar los siguientes:
- Deberían tener cabida todos los colectivos, prestando especial atención a todos los sectores representativos.
- En él debería tener cabida los ciudadanos individuales.
- Su composición, financiación y funcionamiento debería permitir, en todo momento, diluir posibles sospechas de manipulación.
- No se debería acotar su alcance en la temática a considerar o canalizar.
En principio no se debería descartar la posibilidad de reconversión o integración de espacios ya existentes en aras de configurar este nuevo espacio, aunque deberían cumplir incondicionalmente los requisitos anteriores.
En el diseño de un espacio único “ventanilla única” de debería atender a la dificultad de la participación por la población en general, dada su falta de tiempo y, por otro lado, por la escasa facilitación y motivación que ofrecen los organismos que promueven procesos participativos.

En otro orden de cosas, los espacios ya existentes deberían buscar fórmulas para aumentar tanto su eficiencia como su durabilidad. Se ponen de manifiesto algunos puntos débiles que deberían ser considerados. Por citar algunos, cabría mencionar:
- Falta de formación de gestión de espacios para la participación.
- Implantación de procedimientos internos que promuevan la participación interna.
- Escasa renovación o inexistencia de mecanismos que permitan la renovación de sus gestores.
- Fuentes de financiación que permitan la permanencia y duración de las mismas.

También hay que considerar la existencia de espacios que se configuran como magníficos escenarios para la participación ciudadana pero que en la actualidad no se rentabilizan en este sentido. En ese conjunto se incluyen todos los centros docentes. Si bien la iniciativa ha sido adoptada en algunos, no es una práctica generalizada que se considera como muy interesante.
Sería interesante, como medidas complementarias para fomentar la participación así como el uso y creación de espacios, la implicación de la población en la participación a través de la educación.