El mercado del transporte genera externalidades, agrava los efectos del cambio climático, genera contaminación atmosférica, contaminación acústica… ¿Pero qué entendemos por externalidad? Este concepto alude al efecto indirecto que generan las diferentes actividades económicas sobre la sociedad en su conjunto y que no son tenidos en cuenta por el mercado.

La no internalización de costes externos de la movilidad causa ineficiencias en el mercado, en forma de congestión, seguridad e impactos sobre el medio ambiente. Sin embargo, existe una realidad que señala que no se puede gestionar lo que no se puede medir. De ahí que una de las tareas principales de la Agencia Europea del Medio Ambiente versara en la cuantificación de los costes externos de la movilidad, expresadas en una serie de conclusiones: las externalidades de transportes supone importantes costes de alrededor de 500.000 millones de euros; la política de transportes debe tender a reducir la movilidad en los nodos que producen más externalidades; existen técnicas de cuantificación de externalidades, pero aún o están muy desarrolladas, y la única forma de internalizar los costes externos es mediante el sistema de precios.

La actual idea de “quien contamina, paga” está produciendo grandes transformaciones en diferentes sectores de transporte. Así, por ejemplo, se ha conseguido que el transporte aéreo haya conseguido en los últimos 30 años reducir 20 db de contaminación por ruido; un incremento en los últimos 20 años de un 25% en la eficacia energética de los motores, y una mejora de un 70% en el consumo en los últimos 40 años.