Partiendo de la idea de que el actual desarrollo de las ciudades es insostenible, los participantes de esta reflexión apuntaron a la Administración y a los ciudadanos como los principales responsables tanto de los males como de los remedios de la actual situación para acabar con una década presidida por la especulación urbanística.

Un Pacto Nacional para un Desarrollo Sostenible es imprescindible para, entre otras cuestiones, exigir a las autoridades locales que la salida de la situación especulativa sea un salto hacia la sostenibilidad; para frenar los planteamientos que pretenden multiplicar por tres la capacidad de alojamiento de España; para pasar a un cultura de gestionar los límites, y para aplicar con mayor énfasis la Agenda 21 Local.

Otras dos soluciones planteadas por los miembros de la reflexión giraron en torno a la concienciación sobre que el actual modelo plantea graves impactos en el medio ambiente y que los recursos naturales no son inagotables. Por tanto, se debe lograr una reducción del sobreconsumo, buscar una mayor eficiencia energética, encontrar modelos de movilidad alternativos al transporte privado y conseguir una reutilización de los residuos. Aspectos que deben complementarse con una aplicación a rajatabla de la nueva Ley del Suelo.

Pero para crear un nuevo modelo de ciudad no basta sólo con la aquiescencia de los poderes públicos, sino que se precisa una nueva ciudadanía que ofrezca el apoyo necesario para elaborar políticas de desarrollo sostenible. En la actualidad, los ciudadanos no tienen la información necesaria para adoptar posturas razonables en relación a sus ciudades y, por tanto, se hace imprescindible que puedan disponer de una información veraz sobre las políticas adoptar. La toma de conciencia ciudadana pasa por tres aspectos claves: un Plan de Educación Ambiental; la idea de que la ciudad es de todos, no sólo de las personas que la gobiernan, y el eslogan “calidad de vida es sinónimo de vivir con menos”.