El informe final de Johannesburgo expresó la necesidad de que la globalización debía ser inclusiva y equitativa. De ahí que reflexiones como la basada en las relaciones entre la Unión Europea (UE) e Iberoamérica para un desarrollo sostenible sean fundamentales. Uno de los grandes retos, según lo expresado en esta actividad, es la cohesión de Iberoamérica, basada en la reducción de las desigualdades. Este desafío implica a su vez otros, como la coherencia política, la financiación, las compras públicas y la responsabilidad ambiental de las empresas.
Lo cierto es que, pese a las desigualdades existentes, están sucediendo cosas parecidas a uno y otro lado del Atlántico que pueden ser la base de oportunidades para fijar criterios de actuación. El cambio climático, sin ir más lejos, es un buen ejemplo. De ahí que el área tecnológica sea a su vez uno de los mayores retos para las empresas. De manera que el cambio climático requiere de una transferencia tecnológica cuyo ejemplo más palpable son los Mecanismos de Desarrollo Limpio.
Una herramienta clave para el desarrollo sostenible es el conocimiento, del que surge la propuesta de un canje multilateral de deuda por conocimiento con el que se crearía un fondo al servicio de quienes tomas decisiones en materia de desarrollo sostenible. Por otra parte, hace falta cambiar el Norte en profundidad y cooperar con el Sur. La mejora en Iberoamérica está en relación con las políticas y con los modos de las empresas españolas que inviertan en el continente, o en relación con la política pública del gobierno en el conjunto de esa zona geográfica
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