La crisis del agua, especialmente en las ciudades, es básicamente una crisis de gestión. Solucionarla requiere abandonar una política basada en la oferta y abordar un planteamiento integral del recurso y actuar, también, sobre la demanda. Es lo que se ha dado en conocer como la Nueva Cultura del Agua.

El buen gobierno del agua requiere una gestión transparente de los recursos hídricos, una mayor exigencia y control en el cumplimiento de la legislación y la reglamentación relativa al agua y una mayor educación y participación pública en la toma de decisiones. De cualquier forma, hacerlo requiere la coordinación de todos los agentes que interactúan en el ciclo hídrico.

La demanda de agua urbana se sitúa en torno al 14% de la demanda total de agua y constituye un 5% del total de los recursos superficiales disponibles. La desalación está adquiriendo cada vez más importancia para el suministro de las poblaciones mediterráneas e insulares, de las 700 plantas actuales con una capacidad de producción de 438 Hm3/año se espera construir 100 nuevas actuaciones y llegar a 1.100 Hm3/año. En cuanto a la reutilización, hay que señalar que de los aproximadamente 2.200 Hm3/año de aguas depuradas en España, a medio plazo, se reutilizarán en torno a 600 Hm3/año. De ellos, se estima que un 8% se utilizan en usos municipales e industriales.

La aplicación de la Directiva Marco del Agua constituye, con toda seguridad, el reto principal a alcanzar en los próximos años. Conseguir que las masas de agua alcancen el buen estado en el año 2015, requiere un gran esfuerzo, ya que en hoy en día sólo lo alcanzan el 19% de las masas de agua españolas. La insuficiente información para valorar el riesgo del 72% de dichas masas, refleja una de las carencias más serias para desarrollar una gestión sostenible del agua. Sin información suficiente no existe buena gestión posible.

Los procesos desarrollados a partir de la implantación progresiva de las Agendas 21 están consiguiendo imbricar los diferentes programas sectoriales, entre ellos el agua, en una reflexión integrada sobre los recursos necesarios para el funcionamiento de una población.

Las nuevas tecnologías aportan herramientas extraordinariamente útiles para mejorar tanto el suministro de agua como para garantizar la calidad de la depuración.

Es pues posible devolver los recursos hídricos utilizados por las ciudades al medio natural casi en las mismas condiciones en que los recibimos. El conocimiento de dichas tecnologías permite aumentar la conciencia del valor del agua y nos ayuda a mejorar su uso en los hogares. De hecho, si bien las encuestas recientes nos muestran una mejora sensible de los hábitos de consumo, quedan todavía aspectos importantes en los que avanzar, especialmente en fugas y en hábitos de consumo.