En los últimos 40 años la población de municipios españoles de menos de 10.000 habitantes ha pasado de ser el 57% de la población española a tan sólo un 23%, mientras que la superficie de las zonas rurales abarca más del 80% de la superficie total. Por eso, el desarrollo rural es vital para evitar el despoblamiento y las graves consecuencias sociales, económicas y medioambientales que de él se derivan.
En la actualidad, el mundo rural en España se caracteriza por sufrir un despoblamiento general; la existencia de desventajas en oportunidades educativas y ocupacionales; el desempleo entre los jóvenes con ideas innovadoras porque sus padres y los jubilados no les ceden las tierras hasta muy tarde; la pérdida de identidad de los jóvenes causada por la influencia del modelo urbano; una escasa vida asociativa propiciada por la dispersión territorial y la ausencia de transportes; una información escasa, y una deficiente oferta de ocio. Varios de estos problemas se acentúan en el caso de la mujer rural.
El objetivo de las políticas comunitarias englobadas en la Política Agrícola Común (PAC) es hacer de las zonas rurales un lugar más atractivo, donde vivir y trabajar se convierta en un escenario en el que exista una vida mejor para gentes de todas las edades. La modernización de los sectores agroalimentarios y la promoción de actividades rurales agrícolas son fundamentales, así como la creación de redes sociales para aquellos segmentos de la población que no son capaces de migrar o que están desempleados
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