Las crisis alimentarias con las que finalizó el siglo XX y dio comienzo el XXI –mal de las vacas locas, fiebre aftosa, lengua azul…- pusieron de relieve la importancia creciente que ha ido adquiriendo la seguridad alimentaria para la población europea.

Esta mesa redonda, compuesta por representantes de la Administración Pública, el ámbito empresarial y el de los consumidores, versó sobre el protagonismo creciente del medio ambiente en relación a la seguridad alimentaria desde una doble vertiente. En primer lugar, por la influencia de la contaminación medioambiental en la cadena alimentaria; y, en segundo lugar, por la incidencia de determinadas prácticas relacionadas con la producción o transformación de alimentos y que pueden repercutir en la contaminación medioambiental.

Otra cuestión a la que se dio respuesta en la mesa tuvo que ver con la trazabilidad en la producción primaria, como una garantía para el consumidor, y la higiene de los alimentos, tratada hasta hace poco en dos fases separadas: una primera que se corresponde con la higiene de los animales y, una segunda, con la salud pública (entendida como el tratamiento que reciben los alimentos una vez que llegan a la etapa de producción).

El modelo europeo de producción ha hecho especial hincapié en la trazabilidad con el fin de “asegurar el control desde la granja a la mesa”. Por eso, el concepto de seguridad alimentaria ha pasado de la garantía en los aprovisionamientos a ser entendido bajo la forma de salubridad en los alimentos.

Por otra parte, la preocupación de los consumidores radica en que el ser humano, como cúspide de la cadena trófica, acabará recibiendo todos los contaminantes. Se advierte de que ésta es una contaminación silenciosa, dados sus efectos a largo plazo y la complejidad que existe para establecer las causas primarias de las mismas. Uno de los puntos de vista de los consumidores señala que la solución pasa por establecer barreras para que esos agentes contaminantes no representen un problema de salud para los individuos.

En la mesa también se trató la relevancia de la certificación alimentaria, dado que permite asegurar la máxima credibilidad en la distribución, la máxima calidad para los consumidores y la máxima seguridad en el respeto al medio ambiente y el bienestar de los trabajadores.

Por último, se ofreció la visión del veterinario, una profesión que reclama un mayor protagonismo en la defensa del medio ambiente, a través de su posición de privilegio entre la explotación ganadera y el consumidor. Para ello, se hace necesario un refuerzo en la formación de este profesional sobre la problemática medioambiental.