Ciencia española contra la marea negra en Corea
03/01/2008 - PUBLICO.es
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Expertos de la Universitat Autònoma de Barcelona diseñan un programa para controlar el mayor vertido de la historia del país asiático y para analizar el impacto ecológico en la zona afectada

Un grupo de científicos españoles ha acudido a la llamada de las autoridades coreanas para estudiar el impacto ambiental causado por el vertido al mar de unas 10.800 toneladas de crudo al suroeste del país.

 

El accidente se produjo el 7 de diciembre, cuando una barcaza que estaba siendo remolcada al puerto de Daesan, en la región de Tean, chocó contra el petrolero Hebei Spirit, de bandera de Hong-Kong, que estaba anclado y cargado con 260.000 toneladas de crudo, abriendo una grieta en el casco que provocó la fuga.


Los expertos, pertenecientes al Institut de Ciència i Tecnologia Ambiental (ICTA) de la Universitat Autònoma de Barcelona van a diseñar, junto con estudiosos del país asiático, un programa científico para el control del vertido y para analizar el impacto ecológico en la zona afectada a medio y largo plazo.

 

A su vez, los científicos han recogido muestras de todo tipo y han solicitado un proyecto al Ministerio de Educación y Ciencia para analizarlas. "Se trata de conseguir que el desastre medioambiental que ha ocurrido en Corea no se repita", comenta Sergio Rossi, uno de los integrantes de la expedición. "Hemos acordado elaborar una especie de libro blanco sobre vertidos: estudiar qué ha pasado, pero también cómo se ha combatido la marea negra".


La invitación a los expertos es significativa y muy importante para la ciencia española. La Universitat Autònoma es la primera institución universitaria española y europea que ha participado como órgano asesor de las administraciones públicas de Corea del Sur. Louis Lemkow, director del ICTA, lleva más de diez años colaborando con instituciones y centros de tecnología ambiental coreanos.

 

Decisión y transparencia

 

Las autoridades coreanas respondieron a la catástrofe con prontitud, decisión y transparencia. En sólo una semana se había creado un comité científico para evaluar y afrontar el problema. El Gobierno central se hizo cargo de las estrategias de emergencia y se ocupó de las actuaciones en alta mar, es decir, en contener las fugas de crudo y en reparar lo antes posible la grieta del casco del petrolero. Contó con el apoyo de científicos canadienses, estadounidenses y japoneses.


El Gobierno regional tomó el mando en la limpieza de la costa y en el estudio del impacto que pudiera causar el vertido, tanto a nivel ecológico como sociológico. Para ello, sólo una semana después del accidente, solicitó la ayuda del ICTA para que, junto con técnicos de la Universidad de Hankuk, establecieran un seguimiento del impacto, tanto social como ecológico, del vertido: la idea era conocer la toxicidad del fuel, ver dónde ha ido a parar y analizar el fondo marino y las comunidades que viven allí para calcular el daño.


Tras las rápidas pero inevitables reuniones protocolarias, con recibimiento a cargo del embajador español en Corea y del equivalente del presidente del gobierno autonómico local, los enviados del ICTA se pusieron manos a la obra. "Lo que más nos sorprendió nada más llegar fue que las tareas de limpieza habían avanzado espectacularmente en sólo una semana", comenta Sergio Rossi. "Lo primero que teníamos que hacer era recoger muestras de petróleo y nos costó dar con ellas".

 

Efectivamente, la participación de voluntarios y de ONG, además de toda la maquinaria del Ejército y de la Policía en los días que siguieron al accidente, fue irreprochable. "¡Prácticamente no olía a fuel!", se sorprende Rossi. En una semana, lo más grave ya se había retirado del mar. Sólo quedaban restos en lugares de difícil acceso.


De los estudiosos españoles esperaban soluciones concretas sobre cómo limpiar los restos que aún quedaban del vertido, un fuel bastante volátil, del que se calcula que entre un 40% y un 50% se evaporó. "Así de claro", relata Sergio Rossi. "Querían que aportásemos métodos de estudio muy determinados, sobre todo de análisis del bentos, es decir, el fondo marino, que es donde va a parar todo el crudo que no se recoge ni acaba de llegar a la costa".


La actuación se dirigió a cinco zonas costeras, dos muy contaminadas y dos limpias. Las muestras de arena, crudo y organismos de todo tipo (ostras, caracoles, peces, gusanos...) aportarían información crucial sobre el nivel de contaminación una semana después del vertido.


Balance final


Las comparaciones entre los restos de playas afectadas por el vertido y los de costa no contaminada permitirán, en las próximas semanas, hacer un balance de cómo ha afectado realmente el vertido a las comunidades orgánicas de la reserva natural.

"No se trata de un trabajo inmediato", advierte Rossi. "Es un proyecto, por lo menos, a medio plazo. Ahora hay que estudiar todas esas muestras y preparar un estudio sobre cómo se ha actuado y cómo habría convenido hacerlo, para sacar conclusiones útiles para otra ocasión", añade el experto.


Las muestras recogidas en este encuentro, que viajarán en estos días a Barcelona en las condiciones necesarias de conservación, darán sólo las primeras respuestas científicas a la tragedia ecológica. Las pautas del programa de seguimiento se deben establecer ahora. Los próximos estudios, los siguientes desplazamientos a Corea, las capturas de más muestras en las zonas afectadas se prolongarán, por lo menos, durante cinco años. Cinco años en los que la ciencia española estará en primera línea de fuego.