Los otoños cálidos provocan el aumento de la liberación de CO2 a la atmósfera
03/01/2008 - ABC.es
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La naturaleza está brindando al ser humano un descuento del 50% de sus emisiones de CO2. ¿Cómo? A través de los sumideros que representan las tierras emergidas y los océanos. Desde 1957, cuando se empieza a medir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera gracias a la curva de Mauna Loa, sólo la mitad del dióxido de carbono procedente de la quema de combustibles fósiles ha permanecido en la atmósfera. A pesar de que las emisiones no han dejado de crecer, el hecho de que esta fracción en el aire se haya mantenido estable significa que la absorción de carbono se ha ido acelerando.

 

Desafortunadamente, no tenemos ninguna garantía de que esa «rebaja» del 50% pueda continuar por mucho tiempo, y si desaparece sentiremos en toda su crudeza los impactos de nuestras emisiones de CO2. En realidad, los modelos climáticos que incluyen un análisis del ciclo del carbono predicen que la absorción terrestre de carbono disminuirá en el próximo siglo si el clima se sigue calentando.

 

Ahora, un grupo de investigadores del Laboratorio de Ciencias del Clima y Medioambientales de Francia y la Agencia Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (NOAA), sugieren que el periodo de captación de carbono por los distintos ecosistemas se está acortando. Según detallan en la revista «Nature», la causa está en el aumento de temperaturas que se está registrando en el otoño en todo el Hemisferio Norte.

 

Los científicos, dirigidos por Shilong Piao, del Laboratorio de Ciencias del Clima y Medioambientales de Francia, aseguran que en los últimos 20 años las temperaturas en otoño y en primavera en latitudes septentrionales han aumentado 1,1 y 0,8 grados, respectivamente. Precisamente, el balance de carbono de los ecosistemas terrestres es particularmente sensible a los cambios climáticos en esas estaciones.

La primavera


Por regla general se puede decir que una primavera más cálida significa que las plantas absorben más dióxido de carbono, pues se adelanta su época de crecimiento. Siguiendo esta premisa, podríamos pensar que un otoño más cálido, al retrasar la caída de la hoja y alargar la floración, permitiría absorber más carbono. Pues ocurre todo lo contrario, la capacidad de absorber carbono va disminuyendo y éste se escapa a la atmósfera en forma de dióxido de carbono.


Shilong Piao y sus investigadores hallaron una tendencia durante los últimos 20 años hacia una acumulación más temprana de CO2 en los ecosistemas septentrionales, lo que les lleva a pensar que el periodo de absorción de carbono se está acortando. Utilizaron observaciones de satélite del estado de la vegetación (mayor o menor verdor) y otras medidas de la biosfera de diez lugares por encima del paralelo 20º para explicar esta respuesta al calentamiento otoñal: a pesar de que la respiración de las plantas (que emite CO2) y la fotosíntesis (almacena CO2) han aumentado, la primera supera a la última, resultando en una pérdida neta de carbono.


Es más, los investigadores creen que esta pérdida puede compensar gran parte del aumento de la absorción durante la primavera. Asia oriental y Norteamérica están experimentando fuertes aumentos de temperatura en otoño, lo que explicaría los grandes sumideros de carbono de la región euroasiática. Si en el futuro, el calentamiento en otoño se sigue dando a un mayor ritmo que en primavera, la habilidad de los ecosistemas del Hemisferio Norte para secuestrar carbono disminuirá antes de lo que creemos.


Sin embargo, los autores de la investigación reconocen que por ahora el cuadro está incompleto. Igual que las mediciones de verdor realizadas desde el espacio no pueden determinar el balance total de carbono porque no tienen en cuenta la parte de la ecuación que se refiere a la respiración de las plantas, el estudio dirigido por Piao no aporta datos del balance de carbono en el invierno y el verano.


No obstante, el trabajo publicado en «Nature» no deja de ser muy importante, porque hasta ahora la capacidad de los ecosistemas para absorber carbono se daba en términos de biomasa y se enfrentaba al dato global de emisiones de CO2, sin tener en cuenta la importancia de los flujos de fotosíntesis y respiración de la vegetación.